11/1/18

Violet Evergarden: Vol. 1, Cap. 2

Violet Evergarden
Volumen 1

CAPÍTULO 2
La niña y la Auto-Memories Doll

La recuerdo…
La época en la que vino esa joven.
Tomaba asiento por allí y escribía cartas en silencio.
La recuerdo…
Sentada junto a mamá… quien sonreía amablemente.
Estoy segura de que nunca olvidaré esa escena…
Incluso si muero, nunca lo haré.

La distinguida profesión de escriba ha existido desde la antigüedad. Con la popularización de las Auto-Memories Doll, decayó hasta el punto de casi llegar a la extinción. No obstante, profesiones con una larga historia son amadas y protegidas por una cantidad no pequeña de personas.

Incluso en estos días, el aumento de Auto-Memories Doll escribas se debía precisamente a que existían personas nostálgicas que preferían este tipo de métodos tradicionales de hacer las cosas.

La madre de Anne Magnolia era una de dichas personas con una fascinación hacia la estética antigua. Madre e hija lucían exactamente igual con su cabello ondulado de color negro, pecas y un cuerpo delgado.

La madre de Anne provenía de una familia acaudalada. Hasta que se casó, había sido idolatrada en su casa, a tal punto que aún con el pasar de los años siempre ostentó un aire de una hija mimada alrededor de ella. Quienquiera que observara la sonrisa gentil que mostraba cada vez que reía ingenuamente se quedaba sin palabras. Incluso al día de hoy, recordando cómo era su madre, Anne pensaba que se comportaba como una niña pequeña.

A pesar de ser torpe, era enérgica y siempre desbordaba curiosidad. Cada vez que declaraba con entusiasmo: «¡Quiero intentar hacer esto!». Anne sacudía la cabeza gentilmente exasperada y respondía: «Aquí vamos de nuevo».

Desde botes de remos y carreras de perros, hasta arreglos florales orientales y bordados de edredones. Se trataba de una persona que amaba aprender y tener pasatiempos que se inclinaban al gusto de las niñas pequeñas. Cuando iba al teatro inevitablemente era para ver una historia de amor. Era afecta a los encajes y moños, mientras que la ropa que elegía para ella eran vestidos y trajes que las princesas de los cuentos de hadas usarían. También le impuso esta moda a su hija, determinada a vestir en conjunto madre e hija.

Por su parte, Anne se preguntaba cómo una mujer de su edad quería estar usando todo el tiempo moños; aunque nunca lo dijo en voz alta.

Anne amaba a su madre más que a cualquier persona en el mundo; incluso más que a sí misma y, aunque era muy joven, estaba convencida de que solo ella podría proteger a su madre, la cual sin duda alguna no era una persona fuerte.

Así de ciego era el amor de Anne por su mamá.

Más o menos cuando su madre se enfermó y la fecha de su muerte se acercaba, Anne tuvo su primer encuentro con una Auto-Memories Doll. Aunque tenía un sin número de recuerdos con su madre, aquellos que Anne siempre rememoraba eran los pocos días que pasaron junto con una misteriosa huésped.

“Eso” apareció un día muy soleado durante la primavera.

El único camino que se extendía hasta el horizonte se encontraba teñido con hermosos rayos de sol primaverales. Las flores a un lado del sendero dejaban entre ver sus pétalos desde la nieve derretida, sacudiendo sus tallos con la brisa gentil del viento.

Desde el jardín de su casa, Anne observó la forma en la que “eso” caminaba.

La madre de Anne había heredado una antigua pero exquisita casa de campo encima de una colina. Rodeada por enormes árboles de abedul, además de sus paredes blancas y tejas azules, la casa daba la impresión de haber salido de un cuento de hadas.

La residencia se encontraba en la periferia, lejos del próspero pueblo, ya que fue construida para estar aislada. Incluso si mirabas por todos lados, no podías encontrar ni una sola casa de algún vecino por allí. Gracias a eso, fácilmente podían ver la llegada de un visitante desde la ventana.

—¿Qué~… será “eso”?

Anne llevaba puesto un vestido estilo delantal y un gran moño con rayas azul cian a modo de cuello. Su rostro era algo simple; pero, encantador de todos modos. Sus ojos café oscuro casi parecían salirse de su sitio, considerando qué tan abiertos los tenía.

Cuando Anne apartó la vista de “eso”, que se dirigía hacia su casa bajo la luz del sol, salió corriendo del jardín con sus zapatos de charol adornados con flores hacia su casa. Pasó frente a la enorme puerta de entrada y subió por las escaleras de caracol, cuyas paredes estaban repletas de retratos familiares, y abrió de golpe una puerta de la cual colgaba una corona de rosas rosas.

—¡Mamá!

Cuando Anne entró corriendo a la habitación con la respiración agitada, su madre se levantó un poco de la cama para reprenderla.

—Anne, ¿cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar a una habitación? También tienes que pedir permiso para hacerlo.

Luego de ser regañada, Anne se mostró algo molesta; a pesar de eso, se agachó a modo de disculpa al tiempo que sostenía los costados de su falda, efectuando una apropiada reverencia. Con esa pose, daba la sensación de ser una perfecta señorita. Aunque, a decir verdad, Anne solo era una niña. Solo habían pasado siete años desde que llegó a este mundo, su cuerpo así como su rostro terso y brillante eran prueba de ello.

—Madre, lamento mi intromisión.

—Muy bien. Dime, ¿qué pasa? ¿Volviste a encontrar otro insecto raro afuera? No se lo vayas a mostrar a mamá, ¿entendido?

—¡No es un insecto! ¡Es una muñeca que camina y viene a la casa! Bueno, en realidad era muy grande para ser una muñeca pero se veía igual a una de esas muñecas de porcelana del álbum de fotos que tanto te gusta, mamá.

Con su limitado vocabulario, Anne habló con pausas mientras recuperaba el aliento. Su mamá le chasqueó la lengua con un “tsk, tsk”.

—Querrás decir una “mujer tan bonita como una muñeca”, ¿cierto?

—¡Mamá!

—Eres una Magnolia. Por lo tanto, tus palabras deben ser más elegantes y bellas. ¿Entendido? Una vez más.

Anne infló sus mejillas y a regañadientes corrigió su forma de hablar.

—¡Una mujer tan bonita como una muñeca viene a la casa!

—Vaya, ¿estás segura?

—Solamente pasan carruajes todo el tiempo frente a la casa, ¿verdad? Si viene a pie, significa que se bajó en la estación de trenes cercana. Y cualquier persona que se baje allí es porque seguramente viene a nuestra casa, ¿o me equivoco?

—Así es.

—Además nuestra casa está muuuy lejos de todas partes. ¡Eso significa que ella viene aquí! —Luego añadió Anne—. Y… tengo el presentimiento de que eso no es algo bueno.

—Entonces, hoy estamos jugando al detective, ¿eh? —concluyó su madre tranquilamente, en contraste a las rápidas deducciones de Anne.

—¡No estoy jugando! Vamos, tenemos que cerrar todas las puertas y ventanas… tenemos que evitar que esa muñeca… ¡que esa mujer tan bonita como una muñeca entre! No te preocupes, mamá, yo te protegeré.

Cuando Anne declaró eso y soltó con decisión un resoplido por la nariz, su mamá mostró una sonrisa complaciente. Al parecer, todavía pensaba que su hija estaba inventando historias. A pesar de eso, a final de cuentas decidió seguirle el juego y se levantó de la cama con movimientos aletargados. A medida que se dirigía hacia la ventana, la cola de su camisón color durazno se arrastró por el suelo. Bajo la luz natural, la silueta de su cuerpo delgado se podía ver por debajo de la tela.

—Vaya, ¿no es una Auto-Memories Doll? Ahora que lo pienso, ¡se supone que llegaría el día de hoy!

—¿Qué es una au-to-me-mo-ris-doll?

—Luego te explico. ¡Anne ayúdame a cambiarme de ropa!

En los minutos siguientes, la madre de Anne lanzó por la borda toda la elegancia de una Magnolia que le exigía a su hija mientras se apresuraba para estar lista. Anne no se cambió de ropa; sin embargo, le pusieron un moño en la cabeza que hacía juego con su vestido estilo delantal. Por otra parte, su madre eligió un vestido color marfil con varias capas de volantes de encaje, así como un chal amarrillo pálido sobre sus hombros y sus orejas ostentaban aretes en forma de rosas. Después, rocío el aire con un perfume hecho con diversas variedades de flores y giró sobre su propio eje, envolviéndose con la fragancia que la rodeaba.

—Mamá, ¿estás emocionada?

—Sí, más que si fuera a conocer a un príncipe de una tierra muy lejana.

Y no bromeaba.

El conjunto que la madre de Anne escogió era del tipo que solo usaba en ocasiones especiales. Cuando Anne la vio así, se puso nerviosa.

No me gusta esto… Desearía que esa visitante simplemente desapareciera…

La ansiedad de Anne no se originó por la emoción. Generalmente los niños esperaban con ansias la llegada de las visitas y, al mismo tiempo, se sentían algo nerviosos. Aunque ese no aplicaba con Anne.

Desde que podía recordar, el único motivo por el que alguien visitaba a su inocente madre era para engañarla y sacarle algo de dinero. Siendo una persona despreocupada, su madre se regocijaba con el simple hecho de tener visitas y rápidamente confiaba en cualquier persona. Anne quería a su madre; no obstante, la carente administración de sus finanzas y escasa atención al peligro, le daban problemas.

Ni siquiera una persona que lucía como una muñeca estaba libre de sospechas de ir tras la fortuna de su familia.

Sin embargo, Anne se sentía aún más cautelosa porque sabía a primera vista que la apariencia de la mujer coincidía con el gusto de su madre. El hecho de que el corazón de su madre fuera capturado por cualquier otra persona que no fuera ella, para Anne, era una idea extremadamente desagradable.

Cuando su madre declaró: «¡Quiero conocerla rápido!», sin escuchar lo que Anne tenía que decir; las dos salieron para recibir a la invitada; algo que no habían hecho en mucho tiempo. Anne ayudó a su mamá, la cual con solo bajar las escaleras se quedó sin aire, a medida que se dirigían al mundo rebosante con los rayos de sol que pasaban de entre los árboles.

A causa de que había estado confinada en la mansión durante mucho tiempo, la piel pálida de su madre sobresalía terriblemente.

Mamá parece… un poco más pequeña que antes.

Anne no podía ver claramente el rostro de su madre debido al exceso de luz; sin embargo, le dio la impresión de que tenía más arrugas. Lo cual originó que su pecho punzara.

Nadie podía evitar que la muerte llegara a una mano enferma.

Aunque Anne era una niña, era la única heredera de la Casa Magnolia. Los doctores ya le habían advertido que a su madre le quedaban pocos días y que estuviera preparada. Ni siquiera Dios mostraba compasión ante una niña de siete años.

Si así será, entonces quiero acaparar a mamá para mi sola hasta el final…

Si se estaba quedando sin tiempo, Anne deseaba que todo fuera invertido en ella.

Y en el mundo de la niña que tenía tal mentalidad, entró una extraña.

—Disculpen.

Aunque el camino lleno de vegetación cegaba la vista con los rayos de sol, la visita frente a sus ojos parecía resplandecer aún más.

En el instante en que Anne vio “eso”, confirmó su mal presentimiento.

Aah… Esta es la persona que me robará a mamá.

¿Por qué habrá pensado eso? Se podría decir que era su intuición hablando luego de ver a “eso”.

“Eso” era una muñeca encantadoramente hermosa.

Cabello igual de brillante que un hilo de oro, al punto de dar la impresión de haber emergido de la luz de luna. Ojos azules que resplandecían cual joyas. Labios carnosos de un tono carmesí. Vestía una chaqueta azul Prusia sobre un vestido color blanco como la nieve y un lazo en forma de moño, también ostentaba un broche esmeralda que rompía la armonía del conjunto. En sus pies, un par de botas café chocolate daban pasos firmes sobre el suelo.

Colocó el paraguas azul verdoso con rayas blancas y abundantes volantes, junto con su maleta sobre el césped, “eso” exhibió una etiqueta más elegante que el de la propia Anne en frente de ambas.

—Encantada de conocerlas. Soy Violet Evergarden, la Auto-Memories Doll que rápidamente le proveerá el servicio dondequiera que usted desee, a sus órdenes.

Su voz, igual de exquisita que su apariencia, resonó en sus oídos.

Por un momento, Anne permaneció atónita por la belleza de “eso”. Después, con un sobresalto, echó un vistazo a su madre para examinar su reacción: mejillas sonrojadas, una expresión sobrecogida por la emoción y ojos que centelleaban como las estrellas. Su madre era la viva imagen de una doncella enamorada.

Justo como lo pensé. No está nada bien…

Anne fue envuelta por la idea de que esa hermosa visitante le robaría a su madre, ahora estaba segura.

Violet Evergarden se trataba de una mujer que contrataban como escriba. Recientemente, tales escribas se les conocían como “Auto-Memories Doll”. Como resultado, Anne cuestionó a su madre del motivo para contratar a una persona así.

—Hay alguien a quien me gustaría escribirle unas cartas; pero, temo que serán muy largas, así que quisiera que ella las escribiera por mí— respondió riendo su madre.

Efectivamente, su madre últimamente dependía de la ayuda de los demás para hacer cualquier cosa. Incluso para tomar un baño necesitaba de la asistencia de su ama de llaves. Sin duda alguna, escribir por un extenso período de tiempo sería muy difícil para ella.

—Pero… ¿por qué tiene que ser ella?

—Es muy bonita, ¿no lo crees?

—Lo es, pero…

—Es una celebridad en la industria. ¡El hecho de que es tan bonita como una muñeca es una de las razones de su reputación; pero, también se dice que hace un trabajo espléndido! ¡Oh, siento que seré feliz con tan solo tener a esta belleza sentada junto a mí! Y no solo eso, estando a solas, escribirá cartas para mí y luego las recitará en voz alta… ¡Oh, mírame! ¡No necesitas ser un hombre para que la idea te haga temblar!

Anne comprendía muy bien por qué esta escriba en particular había sido elegida. Su madre era del tipo que valoraba todo lo que fuera hermoso.

—Si solo son cartas… yo puedo escribirlas para ti.

Ante la declaración de Anne, su madre le ofreció una sonrisa apenada.

—Anne, cielo, me temo que algunas palabras serán muy complicadas para ti. Además… hay un motivo por el cual no puedo hacer que las escribas por mí.

Con esa última oración, dejaba en claro quién sería la persona que las escribiría.

Seguramente, pretende escribirle a papá, eh…

El padre de Anne era, en resumen, un bueno para nada. Rara vez estaba en casa y el poco trabajo que hacía no servía para sostener a una familia. En cambio, pasaba el tiempo viviendo en libertinaje. Anne había oído que sus padres se casaron por amor, aunque ella no creía en eso en lo absoluto. Después de todo, ni una sola vez su padre visitó a su madre luego de que enfermara. Cuando pensaban que regresaba a casa luego de un tiempo, solo se quedaba lo suficiente para ponerse un jarrón o una pintura de la casa bajo el brazo, cualquier cosa que pudiera vender. Desde luego, las tomaba sin permiso. Se trataba de un hombre despreciable que se perdía en la bebida y las apuestas.

Aparentemente, había sido el heredero de una buena familia con un futuro prometedor. Sin embargo, unos cuantos años después de casarse, su lado de la familia se endeudó debido a un pequeño negocio que fue terriblemente mal y quebró. Después de eso, se dependieron económicamente por completo de los Magnolia. Y, de acuerdo a lo que escuchó, sucede que la persona detrás de ese pequeño error comercial fue ni nada más ni nada menos que su propio padre.

Luego de que procesara todos los detalles, Anne determinó que su padre era un canalla y lo despreció. Incluso si tropezó una vez debido al fracaso de un negocio, ¿no debería haberse levantado y seguir esforzándose? No solo fue incapaz de hacer eso, también ignoró la enfermedad de su madre y sus necesidades. En lugar de eso, simplemente siguió huyendo. Por eso, la expresión de Anne se volvía sombría cada vez que escuchaba la palabra “papá” saliendo de los labios de su madre.

—Anne, otra vez haces esa cara… estás desaprovechando esa linda carita que tienes.

El ceño fruncido de Anne fue suavizado gracias a un masaje con el dedo pulgar; su madre lamentaba que odiara a su padre. Aún cuando la había tratado de una forma tan horrible, todavía sentía afecto por él.

—No seas muy dura con tu padre. Los malos tiempos son pasajeros. Simplemente esto es lo que desea hacer por ahora. Toda su vida siempre ha sido muy serio. Te lo aseguro. Aunque ahora nuestros caminos sean un poco diferentes, si esperamos, regresará apropiadamente con nosotras.

Anne comprendía que esos días nunca llegarían e incluso si lo hacían, no tenía la intención de recibirlos alegremente. Si las cosas resultaban de la forma en que su inconscientemente indecisa madre dijo que serían, el hecho de que no visitara a su esposa aún cuando sufría de una enfermedad terminal y repetidas veces fuera hospitalizada, no es porque tratara de escapar de la realidad sino que era un acto de amor.

Lo más probable es que sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida.

No hay problema si papá no está…

Después de todo, desde el principio nunca estuvo allí. Para Anne, su madre era la única a la que podría considerar “familia” y aquellos que entristecían a su madre eran sus enemigos, incluso si uno de ellos fuera su propio padre. Lo mismo aplicaba a quienquiera que le robara tiempo a solas con su madre, hasta la Auto-Memories Doll que vino a solicitud de ella sería su enemiga.

Mamá es solo mía…

Cualquier cosa que destruyera el mundo de Anne y su mamá sería considerada como un enemigo.

La madre de Anne y Violet comenzaron el proceso de escribir las cartas sobre una mesa con sillas antiguas de color blanco bajo una sombrilla en el jardín. El período de contratación fue por una semana y daba la impresión de que su madre de verdad tenía la intención de hacer que Violet escribiera cartas increíblemente largas.

A lo mejor serían remitidas para más de una persona. Antes, cuando se encontraba saludable, su mamá solía organizar fiestas de salón e invitar a sus muchos amigos a la Mansión. No obstante, actualmente ya no tenía ningún contacto o reunión con esas personas.

—Así que no tiene sentido escribirlas…

Anne no se acercó a las dos, en lugar de eso, vigilaba lo que hacían mientras se escondía detrás de las cortinas. Le dijeron que no molestara a su mamá cuando estuviera escribiendo las cartas.

«Es necesario que exista privacidad incluso entre padres e hijos, ¿verdad?»

Esa fue una petición cruel para Anne, quien estaba acostumbrada a estar siempre junto a su madre.

—¿Me pregunto de qué estarán hablando? ¿A quién le estará escribiendo? Tengo curiosidad…— declaró mientras apretaba su mejilla contra el marco de la ventana.

Llevar el té y los bocadillos no era tarea de Anne, sino de las sirvientas. Por lo tanto, le era imposible poner la fachada de niña buena para escuchar furtivamente su conversación. Así como no podía hacer nada sobre la enfermedad de su madre, todo lo que podía hacer era verlas.

—Por qué la vida tiene que ser así…

Aunque trató de hacer un comentario adulto, ya que solo tenía siete años, no surtió efecto.

A medida que continuaba observándolas con una expresión miserable, se percató de varias cosas. Las dos trabajaban con mucha serenidad; sin embargo, en ocasiones parecían estar muy serias o divertirse a lo grande. Durante los momentos divertidos, su madre se reía a carcajadas mientras golpeaba con fuerza la mesa con la mano. Mientras que en los tristes, se limpiaba las lágrimas con un pañuelo que le prestaba Violet.

Su madre era una persona de muchas emociones intensas. A pesar de eso, Anne pensó que estaba abriendo demasiado su corazón, considerando que era una persona que acababa de conocer.

Volverán a engañar a mamá…

Anne aprendió sobre la crueldad, indiferencia, traición y avaricia de las personas por medio de su madre. Le preocupaba sobretodo eso último, pues confiaba rápidamente en los demás. Deseaba que su madre aprendiera a sospechar de los demás. A pesar de eso, quizá su madre pretendía confiarle a esa Auto-Memories Doll, Violet Evergarden, cualquier misterio que estuviera oculto en su corazón.

Durante su estadía, Violet fue presentada en la casa como un huésped. A la hora de comer, su madre invitó a la joven a unirse a la mesa, aunque ella rechazó la oferta. Cuando Anne preguntó el motivo, ella contestó fríamente:

—Eso se debe a que me gusta comer a solas, señorita.

Anne pensó que era extraña. Cada vez que su madre era hospitalizada, sin importar qué tan calientes estuvieran las comidas preparadas por las sirvientas, no tenían ningún sabor. Cuando comía sola simplemente era muy aburrido, disfrutar los platillos con alguien más era de lo que se trataba la hora del almuerzo.

Tras ver a una sirvienta en camino a entregar la cena de Violet a su habitación, Anne le afirmó que ella lo haría. Para conocer a su enemigo, primero tenía que interactuar con ella.

El menú se componía de pan suave, sopa de verduras con pollo y coloridas habas, patatas fritas, carne asada con salsa y cebollines aderezados con sal, ajo y pimienta, como postre había nieve de pera. Aunque se podría considerar bastante lujoso, era lo usual en la Casa Magnolia. Por eso, para Anne, quien se había criado rodeada de lujos, le parecía algo simple.

—No se puede hacer nada ya que mamá lo pasó por alto. Para mañana tenemos que aumentar la cantidad de carne y en lugar de nieve será un pastel. Hasta cierto punto… es una invitada.

Sin importar las circunstancias, nunca olvidar la hospitalidad era parte de la etiqueta de las buenas familias.

A medida que se acercaba a la habitación para huéspedes, cuya puerta era de madera de roble, ya que sus manos estaban ocupadas con la bandeja, en lugar de tocar, dijo en voz alta.

—Heeey, es hora de cenar.

Tras escucharse un rato movimientos en el interior del cuarto, Violet abrió la puerta y asomó la cabeza. Cuando lo hizo, Anne refunfuñó:

—Está pesado. ¡Date prisa y tómalo!

—Lo siento mucho, señorita— Aceptó de inmediato la bandeja mientras se disculpaba; sin embargo, como su expresión fue demasiada indiferente, a los ojos de una niña lucía escalofriante.

Anne echó un vistazo a través de la puerta abierta mientras Violet colocaba la bandeja sobre un escritorio. La habitación de huéspedes se encontraba hermosamente decorada y era limpiada regularmente por las sirvientas. Luego, atisbó el equipaje sobre la cama, se trataba de una maleta de piel con ruedas, repleta con etiquetas de liberación de aduanas de varios países. Estaba abierta y una pequeña pistola sobresalía de su interior.

Ah…

Durante el lapso de tiempo que se perdió en sus pensamientos, Violet regresó e igual a un show de pantomima, las dos se movieron en perfecta sincronía. Hasta que Violet cedió.

—¿La pistola le resulta algo familiar, señorita?

—¿Qué hay con eso? Hey, ¿es de verdad? —preguntó Anne emocionada.

—Así es, para una mujer que está viajando sola es necesario tener los medios para auto-defensa— respondió Violet.

—¿Qué significa “auto-defensa”?

—Protegerse a sí misma, señorita— conforme estrechaba sus ojos ligeramente, el cuerpo de Anne tembló con el movimiento de sus labios. De haber sido un poco más grande, la niña probablemente habría reconocido esa reacción como una señal de fascinación.

La magia se quedaba corta ante una mujer capaz de paralizar a las personas con palabras y gestos. Anne se sintió más amenazada por los encantos de Violet que por el hecho de que estuviera sosteniendo una pistola.

—Entonces tú… ¿vas a disparar esa cosa?— cuando imitó la forma de una pistola con sus manos, su brazo de inmediato fue enderezado por Violet.

—Por favor, junte más los costados de sus brazos. Si su mano está floja, no podrá soportar el culetazo.

—Esto no es de verdad… solo es un dedo.

—Aún así, debería servirle de práctica en caso de que algún día llegara a necesitarlo.

¿Qué estaba diciendo esa muñeca autómata a una niña?

—¿Es qué no lo sabes? Se supone que las mujeres no usan ese tipo de cosas.

—No hay distinción entre hombres y mujeres cuando se trata de portar armas — Anne pensó que Violet se veía genial cuando declaró eso sin dudarlo.

—¿Por qué tienes eso contigo?

—El próximo lugar al que iré es una zona de guerra, así que… no te preocupes. No la usaré aquí.

—¡Desde luego que no!

Ante la actitud tajante de Anne, Violet hizo una pregunta por curiosidad.

—¿Esta Mansión no cuenta con un armamento parecido?

—Las casas normales no tienen eso.

Violet la miró perpleja.

—En ese caso, ¿qué harían si un ladrón apareciera?... —Ladeó la cabeza como si realmente lo dudara y, al hacerlo, sus facciones similares a las de una muñeca destacaron aún más.

—Si alguien así apareciera, todos sabrían de inmediato. Después de todo, estamos en el campo. Lo mismo pasó cuando llegaste.

—Ya veo. Eso explicaría la baja tasa de crimen en las zonas despobladas —Conforme asentía con la cabeza como si hubiera aprendido algo, dio la impresión de ser una niña aún cuando era adulta.

—Eres…algo…rara —afirmó Anne intranquila, señalando a Violet con su dedo índice. Aunque solamente lo dijo por despecho; en ese instante, la boca de Violet formó una sonrisa tenue por primera vez.

—¿No debería ir a dormir, señorita? Quedarse despierta hasta tarde es perjudicial para las mujeres.

Debido a la inesperada sonrisa, hasta cierto punto Anne sintió que fue vencida y no pudo decir nada. Sus mejillas teñidas de rojo delataron la verdad que se escondía tras sus latidos.

—M-me iré a dormir. Tú también deberías irte a la cama, de lo contrario, mamá te regañará.

—Por supuesto.

—Si te quedas despierta más tiempo, los monstruos vendrán a decirte que duermas.

—Buenas noches, señorita.

Anne ya no podía soportar seguir allí y cuando sintió que sus piernas temblaban, salió corriendo de ese lugar rápidamente. No obstante, a medida que se alejaba, su curiosidad fue más fuerte y echó un vistazo hacia atrás. Detrás de la puerta que seguía media abierta se encontraba Violet sosteniendo la pistola con el rostro inexpresivo, así que era difícil discernir lo que pensaba. No obstante, aunque Anne era muy joven, comprendió lo que parecía sentir en ese momento con solo una mirada.

Ah… de alguna forma…

Parece un lobo solitario…

Incongruente a su apariencia actual, sujetaba un arma cruel y brutal. Era imposible que Anne se imaginara volviéndose cercana a ella y, a pesar de eso, se estaba acostumbrando a los guantes negros que envolvían las manos de Violet conforme sostenía la pistola y la presionaba contra su frente, dando la impresión de ser un misionero recitando una súplica.

Antes de dar vuelta en la esquina del pasillo, Anne alcanzó a escuchar dicha plegaria.

—Por favor, dame una orden —dijo Violet a alguien.

El pecho de Anne de repente comenzó a latir muy rápido.

Siento el rostro caliente y me punza el pecho.

No entendía del todo por qué su corazón latía tan rápido; solo que la causa fue ver fugazmente el lado adulto de Violet.

Qué extraño. Aún cuando no me agrada esa persona, me interesa…

El interés era un paso antes del amor; pero, Anne todavía no comprendía que en ocasiones los sentimientos de “gustar” y “odiar” fácilmente se revertían.

Anne siguió observando a Violet incluso después de eso. Considerando la pila de sobres que aumentaba, parecían progresar sin problemas en la escritura de las cartas. De vez en cuando, Violet miraba de reojo en dirección de Anne, como si estuviera al tanto de que estaba espiando por la ventana. En ese momento, el corazón de Anne latía, por lo que terminó adquiriendo el hábito de sujetar su pecho, a tal grado que sus ropas se arrugaban en ese lugar.

Los cambios en su comportamiento continuaron.

—Oye. Hey. Te estoy hablando. Ponme un moño en el cabello.

—Entendido.

Aún estando triste por la monopolización de su madre, no se podía enojar.

—¿Qué le pasa a este pan? Está tan duro que ni siquiera puedo morderlo.

—Creo que se ablandará si lo sumerge en la sopa, ¿no es así?

Durante los descansos entre la escritura de las cartas, inconscientemente Anne perseguía a Violet y pasaba tiempo con ella.

—Violet. Violet.

—¿Diga, señorita?

Antes de darse cuenta, en lugar de llamarla con un “tú” despreciativo, empezó a decirle por su nombre.

—¡Violet, léeme estos libros, bailemos juntas y atrapa bichos conmigo afuera!

—Por favor, enuncie el orden de importancia, señorita.

Era difícil convivir con Violet, pero no la descuidaba de ninguna forma.

Qué persona tan extraña. También me pongo algo rara cuando estoy con ella.

Por desgracia, Anne se obsesionó con Violet.

Los tiempos en paz tuvieron un final repentino poco después.

La madre de Anne mejoró algo de salud un par de días después de la llegada de Violet; sin embargo, su ya pobre condición física gradualmente empeoró. Tal vez había sido un error exponerla al clima exterior ya que tuvo una fiebre. Fue tanta la preocupación que llamaron a un doctor hasta la Mansión.

Incluso en tal estado, no dejaron de trabajar. Su madre yacía sobre la cama mientras que Violet escribía las cartas sentada junto a ella. Sin tomar en cuenta la condición de su madre, Anne entró a la habitación con una actitud aprensiva.

—¿Por qué te esfuerzas tanto por escribir esas cartas? Los doctores dicen que es tonto…

—Si no las escribo ahora, quizá nunca pueda hacerlo. Está bien. Sabes… todo esto pasó porque no soy muy lista, por eso cuando estaba dictando, terminé con esta fiebre psicológica. Qué desagradable…

Cuando su madre sonrió débilmente, fue incapaz de responder. Se trataba de una sonrisa que penetró el pecho de Anne. Los momentos divertidos desaparecieron como si se trataran de una mentira y la triste realidad regresó abruptamente.

—Mamá, ya basta.

Aunque su madre se encontrara bien diez segundos antes, podría dejar de respirar en una cuestión de tres minutos. El sufrimiento de vivir con alguien así salió a flote.

—Por favor, ya no sigas escribiendo esas cartas.

Si hacerlo le ocasionaba fiebres… si hacerlo le acortaba la vida…

—Por favor, te lo suplico…

Aún si se tratara de algo que su madre deseaba, Anne no quería que lo hiciera.

—¡Solo para! —Su ansiedad y depresión acumulada estalló en ese instante. Hasta la propia Anne estaba sorprendida por su voz que salió más alta de lo que había pensado. Únicamente por esta ocasión dejó salir el egoísmo que por lo general no descargaba en nadie—. Mami, ¿por qué nunca me escuchas? ¿Prefieres estar con Violet que conmigo? ¡¿Por qué no me ves solo a mí?!

Tal vez habría sido mejor para ella haberlo dicho de una forma más linda; pues, mostró sin querer su angustia.

—Acaso… ¿no me necesitas? —preguntó con una voz trémula en modo acusador.

Todo lo que anhelaba es que le prestara atención.

Su madre negó con la cabeza mientras la miraba con los ojos bien abiertos.

—No es eso. Es imposible que eso pase. ¿Qué te sucede, Anne? —dijo en pánico tratando de animarla. Anne rechazó la mano de su madre quien intentaba acariciar su cabeza. No quería que la tocara.

—Nunca escuchas nada de lo que digo.

—Es porque quiero escribir estas cartas.

—¿Acaso las cartas son más importantes que yo?

—Nada es más importante que tú, Anne.

—¡Mentirosa!

—No miento —la voz de su madre era profunda y llena de tristeza.

A pesar de eso, Anne no se detuvo con sus comentarios; el resentimiento que sentía porque las cosas no iban como ella esperaba salió de golpe.

—¡Mentirosa! ¡Siempre me has mentido! Todo el tiempo… ¡todo este tiempo solo han sido mentiras! ¡No te has recuperado ni un poco, mamá! ¡Aún cuando dijiste que te pondrías mejor!

Luego de que dijo lo único que sabía que no debía, Anne de inmediato lo lamentó. Eso era algo que normalmente se diría en una pelea carente de amor entre madre e hija. No obstante, ese día era diferente. Su madre con el rostro rojo a causa de la fiebre continúo sonriendo en silencio.

—Oye… mami… —De repente desapareció el calor del momento y Anne llamó a su madre en tal estado. Sin embargo, cuando trató de hablar, su boca fue detenida con un dedo.

—Anne, por favor, podrías salir por un momento —murmuró su madre entre lágrimas. Las grandes gotas escaparon de sus ojos y eventualmente cayeron en cascada por sus mejillas. Anne se sorprendió de que su madre, quien siempre sonreía a pesar del dolor que tenía que soportar debido a su enfermedad, dejara que viera sus lágrimas.

Mamá lloró…

Ya que su madre no era del tipo que lloraba, Anne tenía la creencia de que los adultos eran criaturas que nunca lloraban. Tras percatarse de que este no era el caso, el hecho de que había hecho algo horrible retumbó en su mente.

Lastimé a mamá…

Aún cuando entendía que ella, más que cualquier otra persona, no debía ponerse antes que su madre. A pesar de que estaba convencida de que era su deber proteger a su madre, la había hecho llorar.

—M-ma… —Trató de disculparse, pero fue alejada por Violet, quien procedió a sacarla de la habitación como si se tratara de un cachorrito—. ¡Basta! ¡Déjame ir! ¡Suéltame! —exclamó Anne y tras ser incapaz de oponer resistencia terminó sola en el pasillo. Los sollozos de su madre se podían escuchar desde el otro lado de la puerta cerrada—. M-mamá… —Se aferró a la puerta confundida—. Oye, mamá…

Perdón. Lamento haberte hecho llorar. Esa no era mi intención…

—¡Mamá! ¡Mamá!

Solo quería que cuidaras de tu cuerpo. Para que… Para que… pudiera estar contigo aunque sea solo un segundo más de ser posible…

—Mamá…

Solamente era eso…

—¡Oye, mamá!

Esto es… ¿mi culpa?...

Debido a la frustración de no recibir ninguna respuesta, su soledad retumbó y comenzó a golpear violentamente con sus puños la puerta. Después de un rato, aunque no estaban lastimadas, sus manos se debilitaron y sintió que se entumecían.

¿Estaba siendo egoísta?...

Una madre que estaba en el umbral de la muerte. Una hija que se quedaría sola.

Estar con ella… ¿acaso era tan malo que deseara eso?...

Una madre que continuaba escribiendo cartas porque no sería capaz de hacerlo en el futuro. Una hija que odiaba eso.

Las lágrimas que se habían secado estaban a punto de brotar otra vez. Anne inhaló profundamente y gritó:

—¡¿Hay alguien más importante para mamá que yo?! —A medida que sus gritos salían, comenzó a llorar. Su voz sonaba apagada y quebrada—. ¡Mamá deja de escribir cartas y pasa tiempo conmigo! —Suplicó la niña.

Llorar cuando no se cumplían sus peticiones era sencillamente lo que los niños hacían.

—¡Sin mamá estaré sola! ¡Totalmente sola! ¿Cuánto tiempo durará esto? Quiero estar con mamá tanto como pueda. Si estaré sola después de esto, deja de escribir esas cartas… ¡Por ahora solo quédate conmigo! ¡Yo y nadie más!

Eso era todo, Anne solo era una niña.

—Quédate conmigo…

Era demasiado joven para hacer cualquier otra cosa, una niña común y corriente que apenas había vivido siete años y adoraba a su madre.

—Quiero… estar contigo…

Alguien quien, de hecho, todo el tiempo, siempre había llorado por el destino que le concedió Dios.

—Señorita.

Violet salió de la habitación y echó un vistazo hacia Anne, cuyo rostro estaba empapado de lágrimas. Justo cuando la niña creyó que sin duda alguna la estaba tratando con frialdad, una mano se extendió hasta su hombro. La calidez de dicho acto redujo su hostilidad.

—Hay un motivo para que yo le esté arrebatando tiempo con su madre. Por favor, no se moleste con ella.

—Pero… pero… ¡Pero!...

Violet se agachó a fin de poder estar a la misma altura de los ojos de Anne.

—Es evidente que la señorita es fuerte. Aún cuando su cuerpo es tan pequeño, se encarga de su madre enferma. Los niños generalmente no se quejan ni se preocupan por alguien a tal grado. Por eso, es una persona altamente respetable, señorita Anne.

—No es eso. Eso no es para nada cierto… Yo solo… quiero estar con mamá un poco más…

—La señora se siente de la misma forma.

Las palabras de Violet le parecieron que eran por lástima.

—Mientes, mientes, mientes, mientes… porque… está más preocupada por esa carta para alguien que no conozco que en mí. ¡Aún cuando no hay nadie más en esta casa que realmente se preocupe por mamá!

Cada uno de ellos, todos siempre están tras el dinero…

—Yo soy la única… ¡Solo yo me preocupo por mamá!

Según lo que veían sus ojos marrón oscuro, los adultos y todo lo relacionado a ellos se encontraban envueltos en mentiras. Sus hombros temblaron a medida que las lágrimas caían al suelo, haciendo tan borrosa su vista como su percepción del mundo que la rodeaba. ¿Cuántas cosas en este mundo realmente podía considerar como reales?

—Aún así…

La pequeña niña creía que si el mundo estaba lleno de tanta hipocresía y traición desde que uno nacía, independientemente de cuánto tiempo viviera después, no tenía que llegar el futuro.

—Aún así…

Las cosas que Anne consideraba como verdaderas se podían contar con una sola mano, brillando sin parar dentro de ese mundo de falsedades, gracias a ellas podía soportar cualquier clase de miedo.

—Todo es de esa forma… pero, aún así…

Aunque no necesito nada más que a mamá junto a mí…

—¡Aún así, no soy a quien mamá ama más!

Cuando Anne gritó, Violet colocó su dedo índice sobre sus labios a una velocidad imperceptible al ojo humano. El cuerpo de Anne se estremeció por un momento y su voz cesó por completo. En el silencioso corredor, se podían seguir oyendo los sollozos de su madre desde atrás de la puerta.

—Si se trata de mí, puede molestarse tanto como desee. Me puede golpear o patear, no me importa lo que quiera hacer. Sin embargo… por favor, absténgase de usar palabras que entristezcan a su amada y respetada madre, lo digo también por su propio bien.

Cuando Anne fue reprendida con una expresión tan severa, volvieron a formarse rápidamente lágrimas sobre sus ojos. Los sollozos que había controlado y tragado se encontraban frescos y dolorosos.

—¿Yo soy la mala?

—No, no hay una sola cosa que haya hecho mal.

—Porque soy una niña mala, mamá se enfermó y… dentro de poco…

…¿Morirá?

Ante la pregunta de Anne, Violet respondió susurrante con un tono que seguía un poco frío, pero que no la apartaba.

—No —De los ojos hostiles de Anne descendieron sus lágrimas—. No, la señorita es una persona muy amable. Las enfermedades no tienen nada que ver con esto. Esto es… algo que nadie puede predecir o hacer nada al respecto. Así como yo no puedo tener una piel tan suave como la suya en lugar de mis brazos robóticos, es algo que no se puede evitar.

—Entonces, ¿es culpa de Dios?

—Incluso si así fuera, incluso si no… únicamente podemos centrarnos en cómo deberíamos vivir las vidas que nos fueron concedidas.

—¿Qué…debería hacer?

—Por ahora, señorita… es libre de llorar —Cuando Violet abrió los brazos, sus partes mecánicas emitieron un ruido tenue—. Si no me va a golpear, ¿le parece si usa mi cuerpo para apoyarse?

Eso se podría interpretar como “puedes lanzarte sobre mí y abrazarme”; aún cuando no parecía ser el tipo de persona que diría algo así. Anne solo estaba segura de que no podría articular ni una sola palabra, solo llorar; de modo que, sin dudarlo, abrazó a Violet. ¿Estaría usando algún perfume? Ya que olía a muchas clases de flores diferentes.

—Violet no alejes a mamá de mí —dijo mientras presionaba con fuerzas su rostro sobre el pecho de Violet, empapándolo de lágrimas—. No robes mi tiempo con mamá, Violet.

—Por favor, perdónalo solo por un par de días más.

—Entonces, por lo menos dile a mamá que está bien si estoy a su lado mientras escribes. No me importa si las dos me ignoran, solo quiero estar cerca de ella. Quiero estar junto a ella y tomar su mano con fuerzas.

—Lo siento, pero mi cliente es la señora, no la señorita Anne. No hay nada que pueda hacer para cambiar eso.

Después de todo, realmente no soporto a los adultos. Pensó Anne.

—Te odio… Violet.

—Lo lamento, señorita.

—¿Por qué escribes cartas?

—Porque las personas tienen sentimientos que desean entregar a los demás.

Anne comprendía que no era el centro del mundo. No obstante, el hecho de que las cosas nunca salían como ella deseaba provocó que más lágrimas cayeran debido a la frustración.

—Cosas como esas no necesitan ser entregadas…

Violet se limitó a continuar abrazando a una Anne con el ceño fruncido, quien había mordido su labio con descontento.

—No hay tal cosa como una carta que no necesita ser entregada, señorita.

Daba la impresión de que sus palabras iban dirigidas hacia sí misma más que a la niña. Anne se preguntó el motivo de ello y gracias a eso, la frase de alguna forma se quedó grabada en su mente de forma contundente.

El tiempo que Anne Magnolia pasó junto a Violet Evergarden fue de solo una semana. Su madre consiguió terminar de escribir las cartas de alguna forma u otra y Violet se fue de la Mansión de manera reservada una vez que el período del contrato finalizó.

—Irás a un lugar peligroso, ¿cierto?

—Sí, ya que alguien me está esperando allí.

—¿No tienes miedo?

—Soy Violet Evergarden, la Auto-Memories Doll que rápidamente proveerá el servicio dondequiera que el cliente desee. Ese es mi trabajo.

«¿Puedo llamarte si alguna vez conozco a alguien a quien quisiera escribirle cartas algún día?» Esto fue lo que Anne no se atrevió a preguntar.

¿Qué pasaría si la mujer moría en el lugar donde se encontraba su próximo cliente? Aún si no lo hacía, ¿qué pasaría si Anne jamás se encontraba con alguien a quien quisiera escribirle? Tomando en consideración esa información, no pudo hacer esa pregunta.

Mientras se despedía, Violet movió su mano brevemente. Fue varios meses después de que se marchara, que la enfermedad de su madre llegó a su peor estado y en poco tiempo falleció. Aquellos que se encargaron de ella en sus últimos momentos fueron Anne y una sirvienta.

Hasta que cerró los ojos, Anne continuo susurrándole: «Te amo, mamá».

A lo que su madre simplemente asentía lentamente con un: «Sí, sí».

En un silencioso y tranquilo día de primavera, su madre falleció. A partir de entonces, Anne estuvo extremadamente ocupada. Sobre su herencia, tras discutirlo con los abogados, se decidió que las múltiples cuentas de bancos de la familia se congelarían hasta que fuera mayor de edad. También contrató a un profesor privado para vivir en la mansión y estudió arduamente. Ya que deseaba marcar profundamente la tierra con el recuerdo de su madre, Anne se esforzó por convertirse en una licenciada calificada con el mismo nivel de educación que ella.

Nunca volvió a ver a su padre. Cuando atendió al funeral, se limitaron a intercambiar dos o tres palabras. Luego de que su madre falleciera, dejó de ir por completo a casa. Su imprudencia hacia el dinero también se terminó pronto. Anne no le preguntó directamente el motivo tras su cambio de parecer, pero confiaba en que tenía que ser uno bueno.

Después de graduarse, Anne abrió un despacho de asesoría legal en su casa. No ganaba mucho, pero ya no tenía sirvientas, así que era lo suficiente para mantenerse ella sola. También se encontraba en medio de una pequeña relación amorosa con un joven empresario que iba frecuentemente por asesoría.

Ya que no había sucumbido a la tristeza aún después de perder a su madre a la tierna edad de siete años, las personas en repetidas ocasiones le preguntaban:

—¿Cómo es que no te desmoronaste?

—Porque mi madre siempre me estuvo cuidando —respondía Anne.

Desde luego, su madre ya había fallecido. Sus restos yacían en la tumba familiar donde sus parientes habían sido enterrados por generaciones.

A pesar de eso, Anne afirmaba:

—Mi madre ha estado corrigiéndome y guiándome todo este tiempo. Incluso hasta el día de hoy.

Había un motivo por el que afirmaba eso con una sonrisa y estaba relacionado por completo a la época que paso con Violet Evergarden.

Cuando Anne cumplió ocho años, fue el primero que festejó sin su madre. Ese día llegó un paquete para ella, el cual contenía un gran oso de peluche con un moño rojo. El nombre del remitente era el de su fallecida madre y el regalo venía acompañado de una carta.

Feliz cumpleaños #8, Anne. Puede que hayan sucedido muchas cosas tristes. Quizá tengas que seguir esforzándote en varias cosas más. Pero, no te rindas. Aunque podrías sentirte sola y llorar devastada, nunca lo olvides: Mamá siempre amará a Anne.

Sin lugar a dudas se trataba de una carta escrita con la caligrafía de su madre. En ese instante, la imagen de Violet Evergarden resurgió en su mente. ¿Acaso esa clase de servicio también venía incluido en su trabajo de escriba?

Antes, aunque su madre dijo que iba a escribir cartas, todas fueron escritas por Violet Evergarden. ¿Podría ser que la Auto-Memories Doll las escribió todas imitando la caligrafía de su madre?

Cuando Anne le preguntó a la agencia postal sobre la entrega sorpresa, fue informada que habían firmado un contrato a largo plazo con su madre donde le entregarían regalos en su cumpleaños cada año. Desde luego, había sido Violet Evergarden quien escribió la carta. El resto de ellas se encontraban cuidadosamente almacenadas.

No le contaron a Anne por cuánto tiempo estaría recibiendo esas cartas, ya que era parte de un contrato de confidencialidad; no obstante, arribaron sin falta cada año después de eso. Aún cuando cumplió 14 años.

A estas alturas ya te habrás convertido en una maravillosa dama. Me pregunto si habrás encontrado a un chico que te guste. Tu forma de hablar y comportarte es un poco varonil, así que ten cuidado. No te puedo dar consejos amorosos, pero te protegeré para que no termines involucrada con un chico malo. Después de todo, hablamos de Anne que siempre ha sido más firme que yo. Incluso si no hago eso, estoy segura de que si eres tú quien lo escoge, en verdad será una gran persona. No tengas miedo de amar.

Aún cuando cumplió 16 años.

¿Ya has conducido un auto? ¿Te sorprenderías si tu mamá te dijera que en realidad también sé manejar? Solía conducir mucho en el pasado. Aunque las personas que subían conmigo me hacían parar. Bajaban pálidos.

Mi regalo de cumpleaños es un auto de tu color favorito. Solo usa la llave adjunta. Aunque, me pregunto si ahora es considerado un modelo clásico. No digas que es anticuado, ¿está bien? Mamá espera que seas capaz de ver diferentes mundos.

Aún cuando cumplió 18 años.

Me pregunto si ya te habrás casado. ¿Qué hago? Ser una esposa a corta edad es problemático en muchos sentidos. Pero, tus hijos definitivamente serán lindos, no importa si es niño o niña. Mamá te lo garantiza

No quiero decir que ser padre sea difícil, pero… las cosas que hiciste que me trajeron felicidad, las cosas que hiciste que me trajeron tristeza… Me gustaría que criaras a tus hijos con ellas en mente. Está bien. Sin importar qué tan insegura te sientas, estoy aquí. Estaré a tu lado. Aún si te conviertes en madre, sigues siendo mi hija, así que está bien gritar de vez en cuando. Te amo.

Aún cuando cumplió 20 años.

Ya has vivido veinte años. ¡Eso es asombroso! ¡Quién diría que la pequeña bebé que di a luz se volvería tan grande! La vida realmente es impredecible. Estoy triste por no haber podido ver cómo te convertías en una preciosa jovencita. Aún así, te estaré cuidando desde el cielo.

El día de hoy, mañana y pasado mañana; siempre serás una belleza, mi linda Anne. Incluso si personas desagradables te desalientan, puedo decirte esto con el pecho lleno de orgullo: eres la jovencita más hermosa y genial que haya. Ten confianza en ti misma y avanza con responsabilidad hacia la sociedad.

Has logrado vivir tanto tiempo gracias a un sin número de personas que se han preocupado por ti. Esta es una forma de agradecer a la estructura de la sociedad en la que has crecido. Te han ayudado mucho sin que te hayas dado cuenta. A partir de ahora, como una forma de retribuir eso, por favor trabaja duro incluso la parte de mamá.

Lo siento, era una broma. Eres muy trabajadora, así que decir algo como eso sería exagerado. Sé fuerte y disfruta la vida, cielo. Te amo.

Las cartas le continuaban llegando por siempre.

Las palabras escritas por su madre eran recitadas en la mente de Anne por una voz que ocasionalmente olvidaba.

En aquel entonces, todos los sentimientos de su madre enferma habían sido dirigidos a ella. Todos y cada uno de ellos eran futuras cartas de cumpleaños para su amada hija. Lo que significaba, que la persona de quien Anne había estado celosa había sido de ella misma.

«No hay tal cosa como una carta que no necesita ser entregada, señorita».

Las palabras de Violet resonaron en los oídos de Anne traspasando los confines del tiempo. Las cartas seguían encontrando su camino hasta ella, aún después de casarse y tener su propia hija.

Ella, una mujer de largo cabello oscuro y ondulado, que vivía en su propia y enorme mansión a las afueras del pueblo, siempre se aseguraba de salir a primera hora de la mañana de cierto día de cierto mes. Y esperaba mientras admiraba el escenario que se extendía frente a ella. Cuando oía la motocicleta que usaba el cartero, ataviado en su largo abrigo verde, se ponía de pie con los ojos brillantes. Su figura mientras esperaba ansiosamente y pensaba “¿será, será?” ciertamente era similar a la de su fallecida madre.

El cartero llegó a la residencia y le entregó un gran paquete mientras sonreía. Él, quien estaba al tanto sobre los regalos que le enviaban cada año, le ofreció sus propias palabras de enhorabuena:

—Feliz cumpleaños, señora.

—Gracias —contestó con sus ojos de color castaño oscuro ligeramente húmedos y, finalmente, preguntó lo que por mucho tiempo ansiaba saber—. ¿Me podrías decir si conoces a Violet Evergarden?

La oficina postal y el negocio de escriba poseían una estrecha relación. En cuanto Anne inquirió con su corazón acelerado “qué pasaría si”, el cartero respondió con una sonrisa:

—Sí, después de todo es bastante famosa y todavía se encuentra en servicio. Bien, hasta luego…

Una vez que el cartero se marchó, Anne lo observó a medida que acariciaba el regalo con una sonrisa y lágrimas cayendo por sus mejillas. Todavía sonriendo, lloró un poco.

Ah… ¿Escuchaste eso, mamá?

Esa mujer sigue trabajando como una Auto-Memories Doll. La persona con la que había compartido una parte de su tiempo se encontraba bien y todavía trabajaba en eso.

Estoy feliz. Soy muy feliz, Violet Evergarden.

Desde el interior de la mansión, alcanzó a oír que alguien la llamaba.

—¡Mamá!

Se giró en dirección de la voz y notó que alguien la saludaba desde la ventana donde solía observar a su madre y a Violet. Se trataba de una niña con el cabello un poco ondulado que se asemejaba bastante a Anne.

—¿Otro regalo de la abuela~?

Anne asintió a su hija que sonreía inocentemente.

—¡Sí, acaba de llegar! —respondió con entusiasmo mientras regresaba el saludo.

Dentro de la casa, su hija y esposo estaban a punto de comenzar su fiesta de cumpleaños. Tenía que darse prisa y regresar, caminó hacia la mansión conforme lloraba ahogadamente. De camino allí, se sumió en sus pensamientos.

Oye, mamá. Antes dijiste que habías querido darle a tu hija toda la felicidad que viviste, ¿verdad? Esas palabras… me hicieron increíblemente feliz. Realmente me influyeron, es lo que creo. Por esa razón, yo haré lo mismo. No es una excusa para ver a esa persona. En parte se debe a eso, pero no se trata solo eso. Yo, de igual forma… tengo sentimientos que deseo entregar. Incluso después de muchos años desde nuestro primer encuentro, tengo un presentimiento de que definitivamente no habrá cambiado. Con sus hermosos ojos y voz clara dará forma al amor que siento por mi hija. Violet Evergarden es la clase de mujer que no defrauda. Al contrario; es del tipo de Auto-Memories Doll que uno ansiaría observarla haciendo su trabajo una vez más. Cuando la vuelva a ver, le daré las gracias y me disculparé con ella sin cohibirme. Después de todo, ya no sigo siendo la niña que no podía hacer nada más que llorar.

Anne Magnolia nunca olvidara a esa mujer que la abrazó cuando era niña.

La recuerdo…
La época en la que vino esa joven.
Tomaba asiento por allí y escribía cartas en silencio.
La recuerdo…
Sentada junto a mamá… quien sonreía amablemente.
Estoy segura de que nunca olvidaré esa escena…
Incluso si muero, nunca lo haré.


Volumen 1, Capítulo 3  

10/1/18

Violet Evergarden: Vol. 1, Cap. 1

Violet Evergarden
Volumen 1

Capítulo 1
El dramaturgo y la Auto-Memories Doll

Roswell era una hermosa y rústica ciudad que se refugiaba en la belleza de la naturaleza. Se localizaba al pie de una montaña, rodeada por varias más grandes. Todo su territorio era algo de ser contemplado. Sin embargo, entre las personas influyentes, Roswell era conocido por ser un lugar de retiro para el verano; un pueblo de casas de verano y villas, en otras palabras, casas de descanso.

Durante la primavera, las montañas y ríos rebosantes con flores amenizaban la vista de las personas. En verano, muchos buscaban un momento de relajación junto a la famosa cascada de la ciudad, muy apreciada durante años. En el otoño, los corazones de todos eran conmovidos por la lluvia de hojas marchitas. En invierno, todo el escenario se cubría en una silenciosa tranquilidad. Gracias a que las transiciones de las cuatro estaciones eran muy marcadas, se trataba de una tierra generosa para la vista de los visitantes durante todo el año.

Se construyeron muchas villas sobre el camino que conectaba a la ciudad al pie de la montaña, las cuales consistían en casas de campo de madera pintadas de varias colores. Desde los terrenos más pequeños a los más grandes, el costo de la propiedad en el área era bastante alto y, por lo tanto, poseer una villa allí era la prueba misma de la riqueza.

En el corazón de la ciudad, había una infinidad de tiendas que atendían a los incontables turistas. Durante los días festivos, la calle principal que interconectaba dichas tiendas era muy concurrida y creaba una cacofonía apropiada de la vida citadina, entrelazando cada una de las felices voces en la canción de la calle.

Los bienes a la venta no eran para burlarse en lo absoluto, incluso considerando la remota localización del pueblo. La mayoría de las personas buscaban la conveniencia, así que generalmente construían sus villas en el centro y cualquiera que la construyera en otro lado era visto como excéntrico.

La temporada actual en Roswell era otoño y las nubes flotaban a la deriva en el cielo azul. Lejos del pie de la montaña, ubicado cerca de un lago que no era considerado como un punto turístico, se encontraba una sola casa de campo.

Se trataba de una casa estilo tradicional con rasgos distinguidos, como si expresara que pertenecía a una persona lucrativa. No obstante, puesto que, de igual forma, pertenecía a una persona desinteresada, se encontraba en malas condiciones, con un aspecto de abandono. Más allá de la puerta en forma de arco, cuya pintura blanca se encontraba deslavada, se podía ver un jardín repleto de hierbas y flores sin nombre. Al final del cual se encontraba la casa.

Las paredes de ladrillos rojos se encontraban en tan mal estado que uno solo podía concluir que el dueño no tenía intenciones de repararlas. Las tejas del techo estaban rotas por aquí y por allá, dando la apariencia de que solían estar perfectamente alineadas en el pasado y ahora yacían cruelmente desmembradas. Junto a la entrada de la casa estaba un columpio cubierto con enredaderas, al parecer ya sin su movimiento característico. También servía como evidencia de la presencia de un niño y de que dicho niño ya no se encontraba allí.

El propietario de la casa era un hombre de mediana edad llamado Oscar. Con dicho nombre, había mantenido una carrera en la industria literaria como un dramaturgo. Se trataba de un pelirrojo de cabello rizado y usaba un par de anteojos de marco negro que apenas podían contener los gruesos lentes que le fueron instalados. La espalda de Oscar se encontraba ligeramente encorvada, pero su rostro era infantil, lo cual provocaba que luciera más joven de lo que realmente era, y siempre vestía un suéter, puesto que era sensible al frío. Un hombre totalmente normal que no indicaba que pudiera convertirse en el protagonista de ningún tipo de historia.

Para Oscar, esta casa no era una villa; había sido construida con el genuino deseo de pasar su vida en ese lugar. No solo, sino con su esposa e hija pequeña. Tenía suficiente espacio para ellos tres; aunque no había nadie más además de Oscar viviendo allí. Tanto su esposa e hija habían muerto desde hace mucho tiempo.

La esposa de Oscar falleció debido a una enfermedad, cuyo nombre era demasiado largo, al punto que uno se rendía en tratar de pronunciarlo. En palabras simples, se trataba de una rápida coagulación de los vasos sanguíneos y muerte por obstrucción de los mismos. Además, era hereditario, y su esposa lo había heredado de su padre.

Oscar sabía que su esposa era huérfana. Había escuchado su triste historia de que muchos en su familia habían muerto siendo jóvenes. Pero, solo descubrió la dura realidad sobre ella, luego de que muriera.

En el funeral, una amiga cercana de ella le confió a Oscar:

—Tenía miedo de que, si lo hubieras sabido, no te habrías querido casar con una mujer enferma; así que lo mantuvo en secreto.

Cuando esas palabras llegaron a los oídos de Oscar, solo una pregunta sonaba constantemente en su cabeza.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Todo lo que tenías que hacer era contármelo. Podrías haber compartido cualquier cosa conmigo.

Si le hubiera contado de antemano, sin importar cuánto costará, juntos podrían haber buscado una cura. Tenían todo ese inútil exceso de dinero para gastarlo.

Saltaba a la vista que la esposa de Oscar no se había casado con él por dinero. La conoció antes de su debut como dramaturgo. Ella trabajaba en la biblioteca que frecuentemente visitaba; además, quien primero mostró interés en ella, fue el propio Oscar.

...Qué hermosa. Pensó Oscar. Y está a cargo de la sección de libros nuevos, allí siempre hay libros muy buenos.

Mientras se enamoraba de sus libros, también se enamoró de ella.

¿Por qué? Esta pregunta se repitió cientos de millones de veces. Cualquier otra cosa había desaparecido de su mente.

La mejor amiga de su esposa era alguien prometedora y, conforme perdía el corazón con la muerte de su esposa, ella cuidó enérgicamente de él y de su hija pequeña. Preparaba comidas calientes para Oscar, quien se olvidaba de comer todo el día si lo dejaban solo, y trenzaba el cabello de la niña, quien lloraba y lamentaba la ausencia de la madre que solía hacerlo.

Quizá, por un breve momento, hubo algo de amor unilateral involucrado. En una ocasión, por la noche, cuando la hija de Oscar se encontraba en cama con fiebre alta y de repente comenzó a vomitar repetidas veces, fue ella quien se apresuró a llevar a la niña al hospital. Y fue ella, no Oscar, quien primero descubrió que la niña tenía la misma enfermedad que su madre.

A partir de entonces, la enfermedad progresó gradualmente. No obstante, en los ojos de Oscar, no podría haber sido más rápido.

Desesperado por evitar que la tragedia se volviera a repetir, Oscar confió únicamente en los doctores más reconocidos del mundo. Iban de un gran hospital al otro, implorando a cada doctor que conocían y, gracias a ello, descubrieron un nuevo tratamiento experimental.

No obstante, las medicinas y sus efectos secundarios eran dos lados de la misma moneda. Su hija lloraba cada vez que las tomaba. Y ya que no podía apartar los ojos del sufrimiento de su amada hija, cada día se roía aún más su oxidado corazón.

Sin importar que clase de nuevos remedios intentaran, la situación de su hija no mejoraba. Al final, agotando todos los recursos, los médicos se rindieron y la declararon como incurable.

Me pregunto si mi esposa se siente desolada luego de ser llamada al inframundo... Eventualmente se cuestionó eso y cosas igualmente tontas, una y otra vez. Por favor, no te la lleves contigo. Suplicaba en frente de su tumba; pero, los muertos no hablan.

Oscar se encontraba mentalmente exhausto; sin embargo, quien primero se hizo trizas fue la mejor amiga de su esposa, quien los había acompañado a través de todos esos hospitales hasta entonces. Abrumada por cuidar a su hija inestable, gradualmente se distanció del hospital hasta que, finalmente, Oscar y su hija se encontraron realmente solos.

A causa de una rutina diaria de varias recetas médicas, las mejillas de su hija, las cuales anteriormente asemejaban a pétalos de rosas sobre leche blanca, se volvieron amarillentas y odiosamente delgadas. Su cabello que solía tener una esencia dulce y un color miel, comenzó a caerse.

Él... no podía soportar verla. Era verdaderamente una figura que no aguantaba contemplar.

Tras realizar una serie de preguntas infructuosas a los doctores, Oscar finalmente cedió, su hija no tomaría más que analgésicos. Cualquier otro tratamiento se detendría. Al menos, deseaba que el resto de su corta vida no padeciera dolor.

A partir de entonces, hubo algo de paz. Pasaron días felices juntos y observó la sonrisa de su hija por primera vez en mucho tiempo. El resto de sus dichosos días continuaron así.

El clima fue maravilloso el día en que falleció; un día de otoño que resaltaba el color de todo a su alrededor. El cielo había estado despejado. Árboles teñidos de rojo y amarillo se podían contemplar desde las ventanas del hospital.

En las premisas del hospital se encontraba una fuente que parecía un oasis y, sobre la superficie del agua, las hojas que descendían de sus alrededores, flotaban pacíficamente. Tras caer, deambulaban y oscilaban sobre el agua, juntándose como si fueran arrastradas por un imán. Por lo que, incluso durante su naufragio, haciendo justicia a la temporada, se reunían en una sublime sincronización. Tras verlas, su hija dijo que era “bonito”.

—El amarillo de las hojas mezcladas con el azul del agua es muy bonito. Papá, si una persona caminara sobre esas hojas, ¿crees que podría cruzar la fuente sin caerse?

Se trataba de una idea muy infantil. Era obvio que las hojas de inmediato perderían contra la gravedad y el peso hasta terminar hundiéndose. A pesar de eso, Oscar no lo mencionó.

—Si tienes un paraguas, linda, hasta podrías usar el viento para flotar por encima de ellas, ¿no lo crees? —Respondió bromeando, deseando consentir a la niña que no podía ser salvada, incluso aunque fuera un poco.

Al escuchar eso, su hija rió con los ojos brillantes.

—Sí. Sí, haré justamente eso. Cruzaré por el agua bailando solo para ti. Un día bailaré para ti. En ese lago cerca de nuestra casa, cuando las hojas que caen durante el otoño se reúnen sobre la superficie del agua.

Algún día.

Algún día, ella se lo mostraría a él.

Luego de eso, su hija, tras padecer un ataque de tos, murió de repente.

No tenía más de nueve años.

Mientras abrazaba al cuerpo sin vida de su hija, se dio cuenta de qué tan ligero era. Incluso para un cuerpo que ya no poseía alma, había sido muy liviano. Realmente había estado viva o simplemente había tenido un sueño muy largo, Oscar se preguntó a sí mismo a medida que derramaba lágrimas.

Enterró a su hija en el mismo cementerio que su esposa y regresó al lugar donde ellos tres habían vivido en alguna ocasión juntos, reanudando su vida en silencio. Oscar tenía el poder económico suficiente para vivir sin que nada le faltara, gracias un sistema de regalías por los guiones que escribió y que usaban en todas partes; por lo que los ahorros acumulados de sus pagos hacían imposible que él muriera de inanición.

Tras años de llevar luto por su hija y esposa, se acercó un colega de su antiguo trabajo solicitándole volver a escribir un guion. Para Oscar, quien solo había dejado su nombre en la industria, pero su propia existencia fue borrada de la misma, llegó una petición de una compañía de teatro, una que cualquier actor desearía formar parte, el simple hecho que se lo pidieran era un honor.

Había pasado muchos días perdiéndose en la pereza, ahogándose en la tristeza, abrumado en la auto-lástima.

Los humanos son criaturas que se cansan fácilmente de estar tristes o felices y no pueden continuar de cualquier forma por siempre. Esa es su naturaleza.

Oscar aceptó la oferta con una respuesta inmediata, optando por sujetar la pluma una vez más. Sin embargo, ahí fue cuando su problema comenzó.

Con el objetivo de escapar de su horrible realidad, Oscar había bebido. Aunado a una pequeña cantidad de drogas para asegurar al menos un buen sueño. Gracias a la ayuda de un doctor, fue capaz de superar el alcohol y las drogas; no obstante, se arraigó un temblor en su mano. Ya sea que escribiera en papel o con una máquina de escribir, simplemente no podía progresar apropiadamente.

El deseo de escribir, a pesar de todo, permaneció en su pecho. Todo lo que debía hacer era encontrar una forma de ponerlo en palabras.

Cuando pidió consejos a su antiguo compañero de trabajo, quién le había hecho la petición, éste dijo:

—Hay algo que podría funcionar. Deberías usar una Auto-Memories Doll.

—¿Qué es eso?

—Ah, amigo mío, has estado aislado del mundo por mucho tiempo… no, mejor dicho, tu reclusión está a un nivel preocupante. Las Auto-Memories Doll son famosas. Hoy en día, hasta puedes rentarlas por un precio relativamente bajo. Eso es, deberías ordenar una.

—Me ayudará una... ¿muñeca?

—¡Ah! Una muñeca del tipo especial, solo para estar seguros.

Una mujer ascendía por el camino montañoso. Su sedoso cabello trenzado estaba sujeto con un lazo de color rojo oscuro, mientras que su delgado cuerpo era cubierto por un vestido blanco como la nieve con un lazo en forma de moño. Los suaves pliegues de su falda oscilaban elegantemente mientras caminaba, el broche esmeralda sobre su pecho resplandecía con destellos. La chaqueta que llevaba puesta sobre el vestido era de un contrastante azul Prusia. Sus largas botas de piel, utilizadas por su practicidad, eran de un profundo café chocolate.

Cargando una maleta de viaje que parecía pesada, caminaba hacia el blanco portón arqueado de la casa de Oscar. Justo cuando entró al jardín frontal de la casa, una ráfaga de viento otoñal pasó ruidosamente trayendo hojas de colores rojos, amarillos y marrones a bailar a su alrededor.

Quizá, a causa de la cortina de hojas otoñales, su campo de visión fue momentáneamente nublado. La mujer entonces sujetó con firmeza el broche sobre su pecho. Murmurando algo en voz baja; más tenue que el revoloteo de la lluvia de hojas, la cual se fundió en el aire sin que nadie pudiera escucharla.

Cuando el viento travieso se tranquilizó, la atmósfera insegura de la mujer desapareció, y sin vacilar, presionó el timbre de la casa con un dedo protegido por un guante negro.

El timbre retumbó como si gritara desde las profundidades del infierno y, luego de un rato, la puerta se abrió. El pelirrojo dueño de la casa se asomó. Era difícil asegurar si acababa de levantarse o no hubiera dormido en lo absoluto. De cualquier modo, claramente no se encontraba en un estado para recibir huéspedes. Tanto su ropa como su rostro estaban desaliñados.

Tras ver a la mujer, Oscar parecía ligeramente perplejo. Fue por la apariencia peculiar de la mujer. O, tal vez fue atrapado por su singular belleza. Lo que sea que fuera, por un momento se quedó sin aliento.

—¿Acaso eres... la Auto-Memories Doll?

—Exactamente. Voy rápidamente a cualquier lugar para proporcionar el servicio que usted requiera. Soy la Auto-Memories Doll: Violet Evergarden, a su servicio —respondió la mujer rubia de ojos azules, poseedora de una belleza que parecía sacada de un cuento de hadas, en un tono monótono sin realizar una sonrisa falsa.

La mujer llamada Violet Evergarden tenía una figura tan reservada y encantadora como la de una muñeca ordinaria. Sus ojos azules cubiertos parcialmente por mechones dorados brillaban como el océano, con mejillas rosadas como las flores de cerezo sobre una piel blanca como la leche y brillantes labios lustrosos color carmesí. Una mujer con una belleza similar al de la Luna llena, sin carencia de ningún tipo. Si no fuera por su pestañeo, fácilmente podría convertirse en una obra de arte.

Oscar no tenía ningún conocimiento sobre las Auto-Memories Doll, por lo tanto, le solicitó a su antiguo compañero de trabajo que preparara una para él.

«La enviarán allá dentro de unos días». Fue lo que le había dicho y, luego de esperar, ella lo visitó.

...Estaba seguro que iba a recibir del cartero una caja que contuviera una pequeña muñeca robótica. Pensar que sería un androide muy parecido a los humanos… ¿Cuánto avanzó la civilización desde que me aislé aquí?

Oscar había mantenido un contacto distante con el resto del mundo. No leía periódicos o revistas y rara vez salía con alguien. Además de sus amigos, las únicas personas con las que hablaba eran el cajero de la tienda de víveres y el repartidor que ocasionalmente le traía paquetes.

De inmediato se arrepintió por no haber investigado y arreglado todo él mismo. La simple idea de tener a otra persona en esa casa, en alguna ocasión pensada para su familia de tres ya perdida, se sentía extremadamente incómoda y por alguna razón trajo de regreso un sabor amargo. Otra persona… o algo que se asemeja a una de todas formas.

...Siento como si estuviera traicionando a mi familia...

Violet, totalmente ignorante de cualquier pensamiento circundando por la mente de Oscar, lo siguió a la sala de estar y tomó asiento en el costoso sofá. Luego de ofrecerle té negro, lo bebió todo impecablemente, lo cual parecía indicar que las máquinas actuales evolucionaron de manera espléndida.

—¿Qué le pasa al té negro luego de que lo bebes?

Notando el tono incrédulo de Oscar, Violet ladeó un poco su cabeza.

—Eventualmente será expulsado de mi cuerpo y... ¿regresará a la tierra? —contestó ella. Se trataba de una respuesta muy acorde a una máquina.

—Sinceramente... Estoy sorprendido. Umm, eres un poco diferente... de lo que había imaginado.

Violet examinó su apariencia; luego, se levantó de pronto del sofá y le regresó la mirada a Oscar, quien la observaba sin tomar asiento en la silla adyacente.

—¿Qué parte de mí no cumple con tus expectativas?

—No… No son precisamente “expectativas”...

—Si no te importa esperar, puedo solicitar a la Agencia que envíe a otra muñeca, una más adecuada a sus necesidades.

—No me refería a eso… no, olvídalo. Siempre que puedas trabajar, está bien. No pareces del tipo ruidoso.

—Si lo desea, también puedo respirar más silenciosamente.

—Ah, no, eso no será necesario.

—Me han enviado aquí para cubrir tus necesidades de un escriba. Trabajaré hasta cumplir con tus expectativas a fin de no mancillar el nombre de las Auto-Memories Doll. No importa si las herramientas que tengo a mi disposición son papel y pluma o una máquina de escribir. Por favor, úsame como desees.

A medida que declaraba eso con sus enormes ojos azules como gemas mirándolo intensamente, el corazón de Oscar se aceleró un poco y asintió con un “está bien”.

El período de renta fue de dos semanas. En ese lapso, tenían que terminar un guión sin importar qué. Oscar renovó su determinación y la condujo a su estudio, con la intención de trabajar enseguida. A pesar de eso, por cómo resultaron las cosas, lo primero que Violet hizo no fue escribir, sino limpiar la habitación.

El estudio, que también era una recámara, tenía por todo el suelo las ropas que Oscar había usado antes y una sartén con sobras de su última comida de una manera desastrosa. En pocas palabras, ni siquiera había lugar para que un pie pudiera entrar.

Violet lo miró con sus grandes pupilas. «¿Me llamaste aquí con el lugar en esta condición?», parecía expresar con su mirada.

—Lo siento…

Era evidente que no se trataba de una habitación en la que alguien pudiera trabajar. Desde que se quedó solo, no había usado la sala, motivo por el cual seguía limpia; sin embargo, frecuentemente entraba y salía de la recámara, la cocina y el baño, por lo que se encontraban en un estado atroz.

De repente Oscar se sintió agradecido de que Violet fuera un androide. Su edad física parecía ser de alguien a principios de sus veinte; se le ocurrían otra gran cantidad de torturas que preferiría soportar en lugar de la situación de que una chica real de esa edad viera su vergonzosa oficina. Aun cuando estaba envejeciendo, para un hombre, simplemente era algo deplorable.

—Maestro, con todo respeto tengo que recordarte que soy una escriba, no una sirvienta —afirmó mientras, contradictoriamente, sacaba de su maleta un mandil blanco con volantes, procediendo a limpiar todo de manera voluntaria.

El primer día terminó de esa forma.

Durante el segundo, ambos tomaron asiento en el estudio y empezaron a trabajar. Siendo precisos, Oscar se acostó sobre la cama, mientras que Violet se sentó en la única silla y apoyó las manos sobre la máquina de escribir ubicada en el escritorio.

—«Ella…dijo:» —Cuando Oscar dictó el inicio de su historia, las manos de Violet presionaron cada tecla sin ver y en silencio con una velocidad aterradora. Él lo observó, completamente sorprendido—. Eres muy… rápida, eh.

Luego de ser halagada, Violet removió uno de sus guantes negros que llegaban hasta sus mangas y le mostró uno de sus brazos. Se trataba de un brazo completamente mecánico. Los dedos parecían ser aún más rígidos y robóticos que las otras partes con un terminado rudimentario de una capa de pintura.

—Soy empleada por una marca que vende practicidad al tiempo que simula una forma humana. Estas fueron fabricadas por la Compañía Estark, quienes son reconocidos por su alta resistencia, también es posible realizar un amplio rango de movimientos y usar fuerza física sobrehumana. Lo cual me permite registrar cualquier palabra que digas sin error alguno mientras dictas.

—¿Hablas en serio?... Ah, oye, no tienes que escribir lo que acabo de decir, solo las palabras que sean para el guion.

Oscar continúo dictando. En el proceso, tomaron varios recesos, pero las cosas resultaron bien para el primer día. Después de todo, el concepto de la historia se encontraba guardado en su memoria y hasta el momento las palabras fluyeron con mucha facilidad.

A medida que Oscar hablaba, se percató de que Violet era buena como oyente y como escriba. Desde el principio le dio una impresión de serenidad y durante el trabajo fue aún más aparente. A pesar de que no lo había pedido, de verdad no podía escuchar su respiración, solo el golpeteo de la máquina de escribir. El único ruido en toda la habitación, además de la voz de Oscar, era el clic-clic de las teclas en la máquina de escribir. Si cerraba los ojos, casi le daba la sensación de estar él mismo escribiendo. Cuando sea que preguntaba hasta qué punto había escrito, ella lo leía para él con una voz moderada y buena recitación, solo escucharla era divertido. Gracias a su voz cada párrafo sonaba como una historia majestuosa.

…Ya veo, tiene sentido que se volvieran populares.

Oscar pudo ser testigo de la grandeza de las Auto-Memories Doll. Sin embargo, aunque las cosas avanzaron sin problemas hasta el tercer día, a partir del cuarto en adelante, hubo un periodo de bloqueo de escritor. Se trataba de algo común entre los escritores. Aunque el contenido de la historia era clara para él; las palabras no se tejían hasta formar el pasaje que deseaba.

De sus muchos años de experiencia, Oscar tenía un método para afrontar su bloqueo de escritor. Ese era: no escribir. Tenía la firme creencia de que una gran historia no nace si es forzada.

Se sentía mal por Violet, pero tendría que dejarla esperando. Por el bien de no dejarla sin hacer nada, le pidió que realizara la limpieza, lavara la ropa y cocinara. Parecía estar programada con, antes que nada, una disposición trabajadora.

Había pasado mucho tiempo desde que probó una comida caliente hecha por alguien más. Muchas veces pedía entregas a domicilio o salía fuera, pero esas comidas palidecían en cierto sentido cuando las comparabas con un platillo sencillo preparado con el esfuerzo de una novata con buenas intenciones.

Un arroz con una capa de huevo estrellado que se derretía cremosamente en su boca. Una receta de hamburguesa de tofu del Este. Un pilaf2 de vegetales coloridos de primera categoría sobre una cama de arroz con una salsa picante. Unos mariscos gratinados que eran difíciles de encontrar en una tierra rodeada por montañas. Como guarniciones siempre había ensaladas y sopas por las que continuamente preguntaba de que estaban hechas. Oscar estaba un poco conmovido por todo esto.

Mientras Oscar comía, Violet solo observaba, sin decir ni una palabra. Incluso cuando la invitó a comer; ella educadamente pero con firmeza se rehusó. «Gracias, pero comeré después».

Estaba confirmado que podía ingerir líquidos; pero, aún no la había visto comer nada sólido. Quizá eso se encontraba fuera de su alcance. Por un tiempo, pensó que bebía aceite durante las comidas que insistía tomar en privado. Mientras intentaba imaginárselo, una imagen surrealista llegó a su mente.

…Aun así no habría problemas… Me gustaría que comiéramos juntos.

Oscar murmuraba las palabras en su mente, sin decirlas nunca en voz alta.

Ella era totalmente diferente a su esposa; sin embargo, algo en su espalda mientras cocinaba le traía un sentimiento familiar. Conforme la observaba, por algún motivo, fue asaltado por una excesiva tristeza y las comisuras de sus ojos se sintieron calientes. Con eso, comprendió terriblemente bien cómo era dejar entrar a un extraño a su rutina y lo llevó a una inesperada revelación.

…Lo que significa… que he llevado un estilo de vida realmente solitario.

El júbilo de ver a Violet regresar a casa de un encargo… El alivio de saber que no se encontraba solo a medida que caía dormido por las noches... El hecho de que ella estaría ahí cuando abriera los ojos, siempre presente… Todo eso hizo que Oscar fuera consciente de qué tan solitario era.

Poseía dinero y ningún problema económico en su vida. Sin embargo, eso no era más que un escudo psicológico para endulzar la realidad y prevenir que su corazón se endureciera aún más. Sin lugar a dudas, no le estaba ayudando en nada para curar sus heridas. Tener a una persona de la que no sabía nada salvo su carácter tan cerca, que estuviera junto a él de la misma forma que la dejaba cuando se despertara, atravesó el una vez cerrado corazón de Oscar, quien había estado solo todo este tiempo.

Violet fue como una gota en la vida estancada de Oscar. Un pequeño cambio en un lago inmóvil. Una fría piedra sin vida había golpeado la superficie y, de alguna forma, trajo una cálida corriente a su monótono y perezoso charco.

¿Se trataba de un cambio bueno o malo? Si tuviera que decidirlo, diría que era bueno. Por lo menos, la melancolía que salió a la luz por la presencia de Violet y las lágrimas consecuentes por algún motivo fueron más cálidas que los sentimientos y lágrimas que había derramado antes.

Luego de que pasaran tres días más con Violet, Oscar se puso de pie otra vez. Había ganado la inspiración para una escena en específica.

La historia, que Violet escribía a petición de Oscar, era sobre las aventuras de una chica solitaria. Dicha chica, quién se había ido de casa, visitó muchas tierras, conoció a incontables personas y fue testigo de varios sucesos, de ese modo creció. La imagen de la chica provenía de su hija enferma.

Al final de todo eso, la chica regresaba a la casa que había dejado. Y en esa casa, su anciano padre la esperaba. Sin embargo, aun cuando la chica apareció, ahora como una espléndida jovencita muy diferente a la niña pequeña del pasado, ni siquiera su propio padre pudo reconocerla. Con lágrimas surcando sus mejillas, la chica le suplicó a su padre que recordara la promesa que había hecho hace mucho tiempo: cruzar el lago, que estaba cerca de su casa, caminando sobre las hojas en la superficie del agua.

—Es imposible que los humanos puedan caminar sobre el agua.

—Solo quiero la imagen, por favor. En la historia, ella podrá hacerlo gracias a la bendición que consiguió de un espíritu del agua durante su aventura.

—Aun así… no estoy hecha para esto. La chica de la historia es alegre y encantadoramente inocente. Completamente diferente a lo que soy yo —argumentó la Auto-Memories Doll.

El dramaturgo y la Auto-Memories Doll habían llegado a un enfrentamiento.

Todo inició por la solicitud de Oscar. Le había pedido a Violet que se pusiera ropas parecidas a las de su personaje principal y que jugara un poco cerca de la orilla del lago. Ya había hecho que hiciera la limpieza, lavara la ropa y otras labores del hogar, encima de eso, le suplicó semejante favor. Era como si esperara que tuviera la capacidad de hacer cualquier cosa.

Incluso cuando Violet era una mujer perspicaz y profesional, finalmente había alcanzado su límite.

—Qué persona tan problemática…

—El color de tu cabello… quizá sea un poco diferente, pero es rubio, igual al de ella. Si lo dejas suelto y te pones un vestido, con seguridad…

—Maestro… mi propósito, primero que nada, es servir como escriba. Soy una AutoMemories Doll. No soy tu esposa ni tu concubina. Tampoco puedo convertirme en su reemplazo.

—E-eso lo sé. No tendría ese tipo de interés en una chica joven como tú. Es solo que… tu apariencia… quiero decir, si mi hija siguiera con vida, pienso… que se habría convertido en alguien como tú y… simplemente pensé.

El firme rechazo de Violet se desmoronó con eso.

—...Asumí que estabas expresando tus gustos…peculiares. No sabía que habías perdido a tu hija—dijo mientras se mordía levemente el labio. Su expresión mostraba una lucha interna.

Durante estos pocos días, Oscar había llegado a entender una cosa sobre ella. Eso era, que Violet se apegaba a lo que consideraba “justo” cuando se dividía entre cosas buenas y malas.

—Soy una Auto-Memories Doll… Quiero cumplir los deseos de mis clientes… sin embargo, esto viola mis normas de trabajo…

Viendo como enumeraba los pros y los contras, Oscar se sintió mal por ello, aun así lo intentó por última vez.

—Si pudiera recrear esa escena, la imagen de la chica como una adulta, regresando a casa, lista para cumplir su promesa, estoy seguro de que finalmente podría ser capaz de escribirla. No tengo duda alguna. Si deseas una recompensa, puedo darte cualquier cosa. Puedo pagar el doble de tu precio original. Esta historia significa mucho para mí. Quiero terminar de escribirla, será un nuevo comienzo para mí. Un punto de inflexión en mi vida. Por favor.

—Pero… yo… no soy una muñeca de vestir…

—En ese caso, no tomaré fotografías ni nada por el estilo.

—¡¿Pretendías sacar fotos?!

—¡Está bien! ¡Nada de fotos! Lo grabaré en mi memoria y escribiré la historia solo con eso. Violet, te lo suplico.

Luego de eso, Violet lo recapacitó un poco más con una expresión malhumorada, y acabó accediendo, perdiendo ante la persistencia de Oscar. Quizá era del tipo que se vuelve blanda cuando es presionada.

En ese momento, Oscar dejó atrás su vida de confinamiento y salió por cuenta propia a comprar ropas sofisticadas y un paraguas para Violet. La vestimenta era una blusa blanca con encaje y un listón como cinturón sobre un vestido azul. El paraguas era de un azul verdoso con rayas blancas y abundantes volantes. Al parecer, a Violet le gustó en particular el paraguas, haciéndolo girar en sus manos, luego de abrirlo y cerrarlo repetidas veces.

—¿Nunca habías visto un paraguas antes?

—Sí, pero, es la primera vez que veo uno tan bonito.

—¿De verdad? Siempre usas ropas muy encantadoras. Pensé que era un pasatiempo tuyo estar a la moda.

—Simplemente visto según las recomendaciones de mis superiores en la Agencia. Personalmente no visito sastres o tiendas de moda con frecuencia.

Era como una niña poniéndose la ropa que su mamá le decía.

…Podría ser… mucho más joven de lo que pensé.

De súbito, para Oscar, Violet lucía menos como una mujer y más como una niña. Antes de que Violet cambiara de idea, en cuanto Oscar terminó de comprar, no perdió tiempo en pedirle que se cambiara.

Era ya entrada la tarde y estaba un poco nublado en el exterior. No parecía que fuera a llover; sin embargo, había un olor a humedad flotando en el aire. El viento frío, presagiando el otoño, todavía no era lo suficientemente helado para clavarse en la piel.

Oscar fue el primero en salir. Tomó asiento en una silla de madera cerca del lago y fumó una pipa. Desde que Violet llegó, se abstuvo de fumar por un vago sentimiento de consideración. Ahora, después de esa larga abstinencia, el humo parecía impregnar todo hasta su estómago.

Luego de que unos minutos pasaran de exhalar el humo y dejar que flotara perezosamente en al aire; la puerta delantera, a la que le faltaba aceite, se abrió con un chirrido.

—Lamento la demora.

Giró únicamente su cabeza ante la voz desapasionada.

—No…

«No me hiciste esperar mucho» era lo que iba a decir; pero, las palabras no salieron cuando su respiración se detuvo por un segundo. Reprimió un jadeo, tan perplejo como la primera vez que vio a Violet. Estaba bellísima con su cabello suelto: una belleza que robaba un momento de apreciación de todo lo demás.

El cabello, que alguna vez estuvo trenzado, se encontraba complacientemente disperso y un poco rizado en las puntas. Era bastante más largo de lo que había imaginado. Y, lo más importante de todo…

…Si... mi hija hubiera crecido…así se vería.

Pensó en todos esos años que pudo haber pasado contemplando a su hija arreglada, jugando a pretender. Mientras cavilaba sobre eso, una calidez brotó de su pecho.

—¿Estás satisfecho con la imagen que proporciona el conjunto que seleccionaste para mí?— Sujetó el borde de su falda con una mano y giró sobre sí misma. Daba la sensación de haber descendido a este mundo de colores otoñales desde otro reino. De tal magnitud era la belleza de esta jovencita con su rostro divino. —Si te parece bien, procederé al lago para que comiences con tus observaciones… Esa era la idea, ¿verdad? ¿Sobre la escena que te gustaría crear? Más que meramente caminar por allí vestido así, incluso si es solo por unos segundos, sería mejor si realmente corriera por el lago. Maestro, déjemelo a mí. Estoy especializada para actividades físicas y, aunque sea solo por un segundo, puedo cumplir con sus expectativas— explicó Violet, con la misma falta de expresión e indiferencia de siempre, sin prestarle atención a Oscar, que se encontraba sobrecogido con muchas emociones al mismo tiempo y no pudo pensar en otra respuesta más que «aah» y «sí».

La persona de pie frente a él era todo lo opuesto a su hija. A pesar de poseer el mismo cabello dorado, sus pupilas carecían de ese dulce brillo.

Violet colocó el paraguas cerrado sobre su hombro mientras lo sujetaba con fuerza. Se paró a una amplia distancia del lago, observándolo como si examinara la superficie del agua y calculara cuidadosamente.

Teñido en los colores marchitos de otoño, las hojas caídas flotaban por encima del lago. El viento era inestable, soplando y deteniéndose, soplando y deteniéndose. Violet lamió uno de sus dedos mecánicos con la punta de la lengua y luego lo levantó, confirmando la dirección del viento. Mientras tanto, Oscar la miró preocupado.

De repente, Violet se tensó. Dio un paso hacia atrás con firmeza y echó un vistazo hacia Oscar con una diminuta sonrisa.

—No te preocupes. Me encargaré de que todo salga tal y como esperas —Luego de afirmar eso con una voz clara, Violet salió corriendo.

Aunque se encontraba lejos del lago, en un segundo, pasó volando frente a los ojos de Oscar. Esa velocidad era como el viento mismo.

Antes de entrar al lago, la veloz Auto-Memories Doll pateó con fuerza el suelo. El impacto fue lo suficientemente poderoso para hacer temblar la tierra. Sus resistentes piernas hicieron posible saltar a una altura atemorizante. Dando la apariencia como si estuviera a punto de subir por las escaleras del cielo. Oscar quedó boquiabierto ante la acción súper humana.

A partir de ese momento, todo pareció suceder en cámara lenta.

Alcanzando el punto crítico, Violet levantó el paraguas que había llevado consigo y lo abrió ostentosamente. Era como el florecer de un capullo. Los volantes del paraguas ondularon preciosamente y, como si predijera el momento perfecto, el viento impulsó sus pies hacia el frente. Su falda y paraguas se abombaron suavemente en el aire, su enagua notándose un poco. Finalmente, sus largas botas de cordones pisaron delicadamente una hoja que flotaba sobre la superficie del agua.

Ese preciso instante. Ese simple segundo. Esa única imagen. La escena tan clara como una fotografía quedó grabada en la memoria de Oscar. Una chica meciendo un paraguas, una falda revoloteando, poniendo un pie sobre la superficie de un lago. Era la obra de una hechicera.

tomo 1 cap 1 violet evergarden

Oscar recordó las palabras de su hija aquel día fatídico en que los latidos de su corazón se detuvieron.

«Algún día…»

Un día bailaré para ti. En ese lago cerca de nuestra casa, cuando las hojas que caen durante el otoño se reúnen sobre la superficie del agua.

«Algún día…»

Un día bailaré para ti.

«Te lo enseñaré algún día, papá».

Esa voz. Su voz. Pensó que la había perdido hace mucho tiempo; pero, allí estaba, resonando en su mente.

…Nunca lo supiste, ¿verdad? Pero, realmente deseaba que continuaras llamándome. Un centenar de veces más no habrían sido suficientes.

«Un día bailaré para ti»

«Papá»— dijiste, en esa dulce y frágil voz. —«Te lo enseñaré algún día, papá».

…Tu voz era muy agradable de escuchar, más que cualquier pieza musical.

«Te lo enseñaré algún día».

…Ah, es verdad. Tú, con esa voz, inocentemente trajiste una sonrisa a mi rostro. Eso fue lo que dijiste, ¿cierto?

Teníamos una promesa. Lo había olvidado. Lo olvidé todo. Ha pasado mucho, demasiado tiempo desde que fui capaz de recordarte. Estoy muy feliz de volverte a ver. Verte de nuevo… Aún cuando sea una ilusión, me alegra haberme encontrado contigo. Mi cielo. Mi hija. Mi… Mi… Mi solo y único tesoro compartido entre mi amor y yo.

Debes haber sabido que no lo podrías cumplir. A pesar de eso, me lo prometiste. Esa promesa… tu muerte… me destruyeron hasta convertirme en lo que soy ahora y, aun así, me impulsó a seguir viviendo. Extendiendo mi vida hasta llegar aquí. Pasé los días en un caos, buscando señales de ti. Aunque lo hice siempre lleno de arrepentimiento, me han concedido este instante. No eres tú. Sin embargo, en este momento, para mí, ella eres tú.

Un segundo fugaz de casualidad, de reunión, de acogida. Había anhelado tanto verlo, creyendo que me causaría desear vivir de verdad otra vez.

Tú, cuyo nombre ni siquiera puedo susurrar de tanta tristeza. He esperado tanto para verte. Una vez más, mi cielo. El último miembro de mi familia que quedaba. Oh, cuánto esperé. Por cuánto tiempo te extrañé. Te amé.

Estaba tan feliz que en realidad tenía ganas de sonreír y, a pesar de eso…

—Uah… uh… uh…

…Solo sollozos salieron. Sus lágrimas fluyeron como si pusieran en acción el tiempo detenido de Oscar.

—Aah… cielos…

Podía escuchar el tic-tac de un reloj. Se trataba del sonido de su antes rígido corazón latiendo.

—Yo de verdad… en serio…

Mientras levantaba las manos para cubrir su rostro, se sorprendió al percatarse que estaban llenas de arrugas. ¿Por cuántos años se había detenido su tiempo desde que ambas fallecieron?

—Oh…cómo desearía que…tú no…hubieras muerto…— Su cara se encontraba deformada cuando murmuró con una voz llorosa. —Quería que vivieras… vivieras y… crecieras… mucho…

…Quería verte crecer en una hermosa jovencita. Deseaba verte así. Anhelaba verlo con mis propios ojos. Y luego, yo debería ser quien muriera primero. Antes que tú. Que tú me cuidaras hasta el final. Esperaba morir así. No tener que… cuidar… de ti hasta el final. No como lo hicimos.

—¡Oh, cómo te extrañé!…

Los ojos de Oscar se inundaron con lágrimas y cayeron por sus mejillas hasta llegar al suelo con grandes gotas. Este mundo de sollozos se desplomó con el ruido de Violet entrando al lago. El breve periodo de luz se oscureció; tan rápido como regresó, la voz de su hija, que finalmente recordó, enseguida desapareció otra vez. La imagen de su rostro sonriente, de igual forma, desapareció como burbujas de jabón.

Oscar bloqueó su campo de visión, no solo con sus manos, sino también cerrando los ojos. Rechazando desesperadamente el mundo al que ella ya no pertenecía.

…Ah, estaría bien si muriera en este instante. No importa cuánto tiempo pase de luto, ellas no regresarán. Mi corazón, respiración, por favor deténganse. Desde que mi esposa e hija fallecieron, no hay diferencia entre un muerto y yo. Es por eso que, ahora… justo ahora, en este preciso segundo… Quiero caer muerto al suelo como si me hubieran disparado.

Al igual que las flores, que no pueden seguir respirando si sus pétalos caen.

Él imploró; no obstante, incluso si pedía ese deseo varios cientos de millones de veces, nada cambiaría. Él, quien ya lo había deseado varios cientos de millones de veces, lo comprendía muy bien.

…Déjame morir, déjame morir, déjame morir. Si la única otra opción es vivir en soledad, déjame morir con ellas.

Sin importar cuántas veces rogara, nunca se volvía realidad. ¡Ni una sola vez!

—¡Maestro!

Desde el otro lado del mundo que abandonó, escuchó una voz. Provenía de alguien viviendo en el mismo tiempo que él. Con la respiración entrecortada, se abrió camino hacia él.

…Estoy… vivo. Sigo con vida. Y con esta vida, estoy luchando por preservar, de alguna forma, a las personas que amé y perdí.

Nada se conseguía solamente rezando; sin embargo, para Oscar, confrontado por una oscuridad que ninguna luz podía atravesar, los rezos eran su medio de escape.

—Dios, por favor…

…Si todavía no debo morir, por lo menos permite que mi hija sea feliz dentro de esa historia. Que mi hija esté satisfecha con ella. Y deja que esté a mi lado. Permite que esté a mi lado por toda la eternidad. Incluso si es solo dentro de la historia. Incluso si solo es como una hija imaginaria. Por favor, deja que permanezca a mi lado.

No podía evitar desearlo. Después de todo, su vida seguiría adelante.

Frente a Oscar, quien lloró sin darle importancia a su edad, Violet arribó, empapada de la cabeza hasta los pies luego de salir del lago. Gotas de agua caían de sus ropas desaliñadas, las cuales ahora estaban arruinadas. A pesar de eso, Violet parecía estar más divertida que nunca. Incluso uno podría considerar la expresión en su rostro merecedora de ser llamada una sonrisa.

—¿Lo viste? Creo que fui capaz de dar tres pasos.

Sin revelar que había sido incapaz de verla a través de las lágrimas, Oscar respondió mientras inhalaba con la nariz llena de mocos.

—Sí, te vi. Gracias, Violet Evergarden— pronunció sinceras palabras de respeto y gratitud. —Gracias por hacer realidad mi sueño. Te lo agradezco. Siento que fui testigo de un milagro. No creo en la existencia de Dios, pero si existiera, seguramente serías tú.

Violet meramente lo miró y contestó oportunamente:

—Soy una Auto-Memories Doll, maestro— sin negar o confirmar la existencia de Dios.

Luego de eso, Oscar preparó un baño para Violet, quien se encontraba completamente empapada.

Ella no se presentaba a comer; pero, utilizaba el baño todos los días y casi con seguridad descansaba en la habitación que le había dado. Se trataba de una muñeca mecánica muy humana.

…En serio, la civilización hoy en día es sorprendente. Y el desarrollo de la ciencia es extraordinario.

Aun si se trataba de una chica mecánica no dejaría que se quedara con las ropas mojadas. Tras pensar que necesitaría un cambio de ropa, Oscar recogió una de sus batas de baño, la cual creyó se encontraba razonablemente limpia y se dirigió hacia el baño. Había pasado tanto tiempo desde que alguien, salvo Oscar, usara regularmente el cuarto de baño; que en un desliz de su memoria, entró sin tocar y acabó viéndola cuando todavía no se vestía.

—Ah, lo sien…to… ¿eh?— Oscar estaba tan sobrecogido que no pudo encontrar las palabras. —¡¿EEEH?!

Aquello que se reflejó en los ojos de Oscar fue una vista más encantadoramente bella que la de cualquier mujer desnuda. Su cabello dorado goteaba por el agua de la ducha. Unos hermosos ojos azules que ninguna pincelada podría capturar. Debajo de ellos, los labios finamente formados, su delgado cuello, su clavícula prominente, sus pechos abundantes y las curvas femeninas de su silueta...

En contraste, los brazos artificiales que se extendían desde los hombros hasta las puntas de los dedos en ambos lados de su cuerpo, lucían extraños, como si hubieran sido simplemente adheridos.

Sin embargo, todo lo demás. Aunque cubierto por cicatrices, cada pulgada de su cuerpo, a excepción de los brazos, claramente era piel real. Con ese cuerpo delicado, no parecía en lo absoluto como una muñeca mecánica, sino un ser humano relativamente normal.

Luego de que todo lo que había creído hasta entonces fuera destruido por la impactante revelación, Oscar escaneó con sus ojos la figura desnuda de Violet una y otra vez.

—Maestro— Violet lo llamó con una voz que parecía estar juzgándolo. Oscar, quien hasta el momento se había paralizado por la sorpresa con la vista fija sobre ella, finalmente pareció percatarse de la situación en la que se encontraba.

—¡UAAAAAAH! ¡UAAAAAH! ¡UAAAAAHAAAAAH!

Irónicamente, después de todo esto, la única persona que emitió un grito fue el propio Oscar. Luego de gritar con todas sus fuerzas, Oscar, en medio de sollozos y con una cara roja como un tomate, inquirió frenéticamente:

—¡¿Todo este tiempo eras un humano?!

Envolviendo una toalla a su alrededor, Violet comentó llanamente.

—El maestro es, verdaderamente, una persona problemática— sus mejillas tenían un tinte rosado mientras murmuraba con la cabeza un poco baja.

“La Auto-Memories Doll”.

Ha pasado mucho tiempo desde que ese término se popularizó. El creador fue el investigador de muñecas mecánicas, el Doctor Orlando, la autoridad mundial sobre androides. Su esposa, Molly, era novelista, y todo comenzó cuando ella perdió la vista. Molly, habiendo dedicado toda su vida a las palabras, se sumió en una profunda depresión cuando éstas se desvanecieron de su vida. Una vez invidente, su fuerza también comenzó a desaparecer.

Incapaz de soportar ver a su esposa en ese estado, el Doctor Orlando construyó la primera Auto-Memories Doll. Tenía como objetivo escribir todo lo que decía una voz humana; en otras palabras, una máquina que servía como escriba.

Luego de eso, algunas obras de Molly ganaron premios de literatura a nivel mundial y la creación del Doctor Orlando fue reconocida como necesaria para el curso de la historia. Aunque solo la había hecho para su amada esposa, más tarde se difundió rápidamente y en poco tiempo esas muñecas actuaban como apoyo de millones de personas. Actualmente, las Auto-Memories Doll son vendidas a un precio razonablemente bajo, e incluso hay tipos que pueden ser rentadas o prestadas.

…Y una cosa más.

Personas de carne y hueso también trabajaban como escribas, al igual que las AutoMemories Doll. De hecho, incluso compartían el mismo nombre.

“Auto-Memories Doll”.

Luego de que se marchara Violet, el amigo de Oscar le explicó sobre ello y, al parecer, Violet era muy famosa en la industria.

Cuando Oscar comentó cómo había confundido a la mujer por un androide, su amigo soltó una carcajada. Una vez que se tranquilizó, observó a Oscar con una mirada exasperada sobre su rostro y declaró:

—¡Realmente vives bajo una roca! ¿Acaso creíste que una máquina tan bonita como ella podría existir?

—¿Y cómo se supone que lo sabría? Todo lo que decías era «¡Muñeca eso, muñeca aquello!»

—Nuestra tecnología actual aún no llega a ese nivel. Es solo que también hay algunas que son androides. Son un poco más… peculiares que Violet. Pensé que sería una buena medicina para alguien como tú, un ermitaño que no interactúa con las personas. Esa chica… no habla mucho, pero tiene el poder de rehabilitar a las personas. Cumplió el propósito, ¿verdad?

—Sí…

Ciertamente era callada; pero, en realidad fue una buena chica.

—Sabes qué. Enviaré otra escriba para que te ayude con tu trabajo por ahora. Que no sea mitad humana esta vez. Solo no esperes nada a la par de Violet Evergarden.

A final de cuentas, un paquete fue entregado a la casa de Oscar. Contenía una pequeña muñeca, totalmente diferente de Violet Evergarden. Se trataba de una muñeca mecánica con la función de registrar todo lo que él decía con su máquina de escribir y generalmente estaba sentada sobre su escritorio, ataviada con un vestido encantador. Sin duda alguna era un dispositivo extraordinario.

—Pero, no se puede comparar a ella…— Oscar sonrió irónicamente, mirando la habitación con la mirada perdida y recordó a la escriba que ya se había marchado.

—Te extraño— expresó en voz alta y sabía exactamente cómo respondería ella.

«El maestro es… verdaderamente una persona problemática». En esa voz clara. Sus labios revelando una tenue sonrisa en su, de otra forma, rostro inexpresivo.

Incluso sin que ella estuviera a su lado, tenía la sensación de que podía escucharla.


Volumen 1, Capítulo 2  

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